El monje del título fue “un místico sufí que descubre que, al hervir las semillas de cierta planta que crece silvestre en el monte, el agua se vuelve de un color marrón turbio. Con ese brebaje, su espíritu se eleva, sus sentidos despiertan y es capaz de rezar y estudiar la noche entera”. Es la magia del café, sinónimo de moca, ese café que ahora solemos maltratar bastante, al que apenas damos importancia, y del que dependemos para funcionar.
En la fibra del norteamericano anida el gusto y la admiración por el self-made man. Son infinitas historias, como sabe cualquiera a poco que reflexione, las que han construido esta tierra, desde el momento mismo en que llegaron los primeros ingleses a la costa de lo que hoy es Massachussets. Conocemos la historia sin darnos cuenta casi, sobre todo por el cine, y es un tema inagotable y siempre apasionante, como los libros que nos llevan a otros libros, a abrir el atlas y seguir con el dedo las rutas de los protagonistas, a buscar más relatos, más personajes, a indagar más allá. Dave Eggers nos ofrece la historia real de Mokhtar Alkhanshali, nieto de inmigrantes yemeníes, que no sólo se atreve (con mucha ayuda de personas que creen en su proyecto) a buscarse la vida y salir adelante, sino que logra cambiar la vida a mucha gente en su país ancestral. Y todo, gracias al descubrimiento, desarrollo y comercialización del que resultó ser tal vez el mejor café del mundo.
Mokhtar nace y crece en el barrio más pobre de San Francisco. No sólo no tiene nada: empieza su vida adulta seriamente endeudado, por una torpeza de esas que nos hacen darnos cabezazos contra la pared. Ante una situación que parece imposible, cuando algunos se resignarían a sobrevivir, él decide darlo todo por un sueño.
El libro se lee como una novela y tiene mucho en común con las grandes aventuras de la literatura: el héroe a quien sucede algo irremediable, la inspiración que llega por casualidad, el viaje que parece condenado al fracaso… incluso los pasajes que a veces se hacen un poco cuesta arriba, por su detallismo tal vez excesivo. Eso les pasa a los mejores. Hay guerra. Hay calabozos inmundos. Hay travesías en barcos precarios. Hay amigos fieles y desconocidos generosos. Hay topónimos que nos suenan a cuentos orientales.
Y hay otra vuelta más: Mokhtar se convierte a su vez en el instrumento del destino que saca de la miseria a otros, que trae un poco de justicia a un país empobrecido. Consigue acercar una ciudad sofisticada, donde un café excepcional se vende a dieciséis dólares la taza, a ese otro lugar, a catorce mil kilómetros de distancia, donde se cultiva ese mismo café. Vemos que la idea del comercio justo puede ser una realidad y una gran esperanza, gracias al sueño, la habilidad y la valentía de un hombre. Vemos que hay que estar atento a la vida, que las aventuras clásicas llegan a buen puerto, que la suerte es para quien se la trabaja. Un baño de optimismo en 320 páginas. Servidora, en cuanto pueda, va a probar ese café extraordinario.
Un ejemplo de libro tentacular, capaz de instruir, atrapar, apasionar, emocionar y remover conciencias.-
Son muchos los méritos de Eggers [...] contar una historia de gran alcance social sin perder de vista la microhistoria del individuo [...] demuestra que la no ficción a veces puede contar esa vida privada mejor que las novelas.-
Tiene drama y aventura y no requiere de la ficción para ser apasionante.-
-Esta alentadora historia de un hombre que esquiva enormes obstáculos para iniciar su propia empresa de café es el tipo de relato que mejor se le da al gran Dave Eggers: la historia real de alguien que lleva las de perder, contada en un estilo vivaz y accesible.-
Un relato maravilloso, lleno de intriga y valentía [...]. Una historia de aventuras fascinante y triunfal.-