Joaquín María Nebreda es uno de esos vascos, hijos de la diáspora causada por el terrorismo y su cobertura nacionalista, que abandonaron su tierra para seguir amándola desde fuera. Dirigente de la UCD vasca entre 1978 y 1982, teniente de alcalde en Guecho y miembro de las Juntas Generales de Vizcaya, Nebreda fue testigo de cómo la entrega del País Vasco al nacionalismo frustró en gran medida todas las esperanzas democráticas despertadas por la transición. Ahora, mirando atrás, ha publicado una obra monumental: Historia traicionada. Nación española y refutación del nacionalismo vasco. La prologa el historiador Fernando García de Cortázar, otro vasco más apreciado fuera que dentro de su tierra. Y vale la pena leer el libro, porque pocas veces se encontrará un desarrollo tan amplio y detallada de la problemática histórica vasca. Porque este no es, en efecto, un libro sobre el nacionalismo vasco, sino más bien un libro sobre lo vasco y los vascos, la realidad de sus características diferenciales (que evidentemente las hay) y también las muchas falsificaciones que el nacionalismo ha obrado sobre ellas para construir su propio proyecto de poder. Un proyecto que, al cabo, traiciona a la historia común de los españoles y también a la propia historia real de los vascos.
El libro consta de dos partes que, en realidad, son dos ensayos distintos, aunque complementarios. El primero es una exploración sobre la idea de nación española, que el autor condensa en el concepto de nación histórica más que en el de nación política al estilo moderno. Y es evidentemente así, en la medida en que España como comunidad política nace bastante antes de que pueda hablarse de modernidad histórica. La segunda parte, el segundo ensayo, es el que atañe concretamente al asunto vasco y que, desde nuestro punto de vista, tiene mayor valor, pues aporta un tratamiento exhaustivo que no vamos a encontrar en ningún otro lugar. Nebreda describe detalladamente formación histórica de los fueros vascos, sus instituciones tradicionales de gobierno dentro de la corona castellana, el mantenimiento de éstas en diferentes periodos, y explica de paso en qué consistieron realmente, muy lejos de las ensoñaciones de la literatura nacionalista posterior. La formación jurídica del autor le permite entrar a fondo en cuestiones tan complejas como el concierto económico, que queda muy bien explicado, y la naturaleza real de los llamados “derechos históricos” vascos, que sólo mediante equívocos bien mantenidos por el poder vigente han podido ser interpretados, hoy, como una suerte de pre-independencia.
Frente a esa imagen real (y compleja) dela singularidad histórica vasca, el nacionalismo ha inventado un relato simplista y excluyente cuyas consecuencias son, de entrada, la desfiguración de lo vasco, reducido hoy a su fábula nacionalista. Fábula porque, como el autor demuestra abundantemente, se funda en falsedades que en este libro quedan claramente enumeradas: nunca hubo una soberanía originaria del pueblo vasco, los “derechos históricos” no son más que hipótesis ahistóricas sin concreción real, el “hecho diferencial” no concierne más que a la lengua y sólo en periodos históricos muy concretos, los tan reivindicados fueros son en realidad un instrumento jurídico común al resto de España y, por último, el concierto económico no tiene nada que ver ni con los fueros ni con los derechos históricos. Y el hecho, sin embargo, es que el discurso nacionalista en el poder ha logrado que una región entera viva convencida de que la fábula es más cierta que la realidad.
Un libro, en fin, del mayor interés para quien quiera profundizar en la realidad del problema vasco y sus funestas consecuencias para el proyecto histórico de la nación española.